En medio de las tensiones crecientes entre Irán e Israel, una mirada más allá del campo de batalla sugiere que los verdaderos beneficiarios del conflicto no son necesariamente los protagonistas armados. El politólogo y profesor de relaciones internacionales Juan González plantea que, paradójicamente, figuras como el presidente Donald Trump y Estados Unidos podrían estar capitalizando políticamente esta crisis.
Según González, durante su mandato, Trump adoptó una postura agresiva frente a Irán, abandonando el acuerdo nuclear de 2015, respaldando acciones militares directas contra altos mandos iraníes y promoviendo una narrativa de confrontación que al mismo tiempo lo posicionaba como potencial mediador. “Trump llegó incluso a sugerir un acuerdo de paz entre Israel e Irán, después de escalar la tensión.
Esa contradicción, lejos de debilitarlo, le permitió consolidarse como figura central en la política internacional”, afirmó el experto.
González sostiene que esta estrategia forma parte de una visión más amplia de un mundo unipolar, en el que Estados Unidos busca reafirmar su dominio global frente a China y Rusia. La guerra comercial, el impulso armamentista y la política de sanciones encajan dentro de ese diseño.
No obstante, advierte que este enfoque tiene efectos colaterales profundos: el aumento de los precios del petróleo, el debilitamiento de las cadenas de suministro y una reducción del gasto social, especialmente en países europeos que redirigen recursos hacia defensa.
En un panorama geopolítico tenso, con el conflicto en Ucrania, los reacomodos de poder y una militarización creciente, González subraya que “el planeta está caminando sobre una cuerda floja”. Las potencias se enfrentan en múltiples tableros, desde el Indo-Pacífico hasta Europa del Este, mientras el riesgo de una escalada militar de gran alcance sigue latente.
Finalmente, el politólogo destaca que aunque la disuasión nuclear ha evitado una tercera guerra mundial, el equilibrio es frágil. “El verdadero desafío ya no es ganar guerras, sino evitar que ocurran”, concluye González, insistiendo en la necesidad urgente de diálogo, diplomacia y responsabilidad global frente a un escenario internacional cada vez más volátil.