Ejecutan al “asesino de Twitter” en Japón tras matar y descuartizar a nueve personas en el 2020
Tokio, Japón. – Las autoridades japonesas ejecutaron este viernes a Takahiro Shiraishi, conocido como el “asesino de Twitter”, uno de los criminales más macabros de la historia reciente del país.
El hombre de 34 años fue ahorcado por el asesinato y descuartizamiento de nueve personas en 2017, cuyos restos fueron encontrados almacenados en neveras portátiles y contenedores dentro de su apartamento en Zama, al suroeste de la capital.
Shiraishi fue condenado a muerte en 2020 tras confesar que contactó a sus víctimas –de entre 15 y 26 años– a través de redes sociales, aprovechándose de su vulnerabilidad emocional y deseos suicidas.
Usando un alias que se traducía como “verdugo”, las invitaba a su apartamento prometiéndoles ayuda para morir, pero en realidad las asesinaba, violaba y desmembraba por satisfacción sexual, según declaró durante el juicio.
El caso generó alarma social y debate sobre la seguridad en internet, conmocionando profundamente a Japón. Según el ministro de Justicia, Keisuke Suzuki, la ejecución se realizó tras una evaluación “cuidadosa y deliberada”. La pena capital fue ejecutada de manera discreta, como es costumbre en Japón, sin previo aviso a la familia ni al abogado del reo.
Aunque muchos apoyaron la condena, el padre de una de las víctimas expresó a la cadena NHK que habría preferido que Shiraishi pasara el resto de su vida en prisión, enfrentando el peso de sus crímenes. La ejecución de Shiraishi es la primera realizada en Japón desde julio de 2022.
¿Cómo operaba el asesino?
Takahiro Shiraishi, apodado el “asesino de Twitter”, operaba de forma meticulosa y perturbadora en las redes sociales. Utilizaba un perfil con un nombre que se traducía como “verdugo” para contactar a personas, en su mayoría mujeres jóvenes, que expresaban deseos suicidas en internet.
Shiraishi les ofrecía ayuda para morir, asegurándoles que no estarían solas en sus últimos momentos, lo que le permitía ganar su confianza y llevarlas a su apartamento en la ciudad de Zama.
Una vez allí, lejos de cumplir su promesa, las asesinaba con fines sexuales. Tras matarlas, desmembraba sus cuerpos y almacenaba los restos en su domicilio, ocultándolos en tres neveras portátiles y cinco contenedores. En total, nueve víctimas cayeron en su trampa en un periodo de apenas dos meses en 2017. Su modo de operar, combinado con la facilidad con la que accedía a personas vulnerables en redes sociales, reveló un escalofriante uso de internet como herramienta de manipulación y crimen.