Según Héloïse Fayet, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, “es un paso sin precedentes, tanto militar como políticamente”, mientras que Artur Kacprzyk, del centro polaco PISM, sostiene que “complica los cálculos rusos al abrir la posibilidad de una respuesta nuclear coordinada en caso de amenaza extrema”.
Este giro estratégico llega en un contexto de incertidumbre sobre la fiabilidad del “paraguas nuclear” estadounidense, especialmente si se debilita el compromiso de Washington con Europa. Por eso, expertos como Ed Arnold, del Royal United Services Institute, consideran que este refuerzo franco-británico podría tener una acogida positiva entre los demás países europeos, siempre que se traduzca en acciones concretas.
La nueva etapa de cooperación no significa una fusión de arsenales, pero sí envía un mensaje claro: Europa puede fortalecer su propia defensa nuclear frente a un entorno global cada vez más inestable.