Daniel Toribio, aseguró que la economía de la República Dominicana “no está bien” y que atraviesa un escenario de estancamiento, endeudamiento creciente y ausencia de grandes obras que generen productividad. Según explicó, el país, que tradicionalmente crecía alrededor de un 5% anual, apenas alcanzaría entre un 2% y 2.5% al cierre de este año.
Toribio atribuye esta desaceleración a las elevadas tasas de interés, que frenan la inversión privada, especialmente en las pequeñas y medianas empresas, así como al uso del endeudamiento público en gastos corrientes, en lugar de destinarlo a obras de infraestructura que se paguen solas a través del desarrollo que generan.
Puso como ejemplo proyectos inconclusos o mal ejecutados, como la circunvalación de Baní, el hospital de San Francisco de Macorís, el acueducto de Jaina y las eternas reparaciones de la autopista Duarte. A su juicio, el país vive una paradoja: se anuncian nuevas obras mientras las ya iniciadas no se terminan o no cumplen su función.
Además, advirtió que el 28% de los ingresos del Estado se está destinando al pago de la deuda, lo que reduce significativamente los recursos disponibles para inversión social y productiva. “El problema no es endeudarse, el problema es en qué se usa ese dinero”, enfatizó.
Toribio también cuestionó el discurso oficial de crecimiento, señalando que, aunque las remesas y el turismo se mantienen altos, el sector interno muestra señales claras de debilidad, especialmente en la construcción, uno de los principales motores de la economía, que actualmente presenta cifras negativas.
Toribio insistió en que uno de los principales problemas de la actual gestión es la falta de planificación y coherencia en la inversión pública. Señaló que se anuncian grandes proyectos sin haber concluido los anteriores, lo que a su juicio refleja desorganización y poca eficiencia en el uso de los recursos del Estado. “No se puede pensar en obras nuevas cuando las que ya se comenzaron siguen inconclusas o presentan fallas técnicas graves”, afirmó, al tiempo que advirtió que esta práctica genera desconfianza en los inversionistas y en la propia población.
Finalmente, el economista llamó a las autoridades a reenfocar las prioridades nacionales, destinando el endeudamiento a proyectos que generen productividad real, empleos y desarrollo sostenible. A su entender, mientras no se corrija el uso del gasto corriente y no se reactive la inversión en infraestructura de calidad, la economía dominicana seguirá estancada y vulnerable, muy lejos del discurso optimista que, según él, intenta imponer el Gobierno.
